domingo

8.


Asombro mis ojos ante la seriedad de los hechos

Ante el abismo del mundo mismo me instalo con mis cuatro patas en el silencio y contrario a todo pensamiento activo, te grito y no me callo. Asoma a silencio la lectura de esta página y sin embargo me deshago en palabras.

Veo desde mi esquina del mundo girar las horas.
Veo en tus ojos un destello,
una estrella que redunda en armonía,
un sin fin de miradas sin mirarnos, en tus ojos.
En los míos,
en algún espejo.

Veo también un deseo y parto en tren hacia la locura, a bailar en la noche bajo las estrellas.

La vida se consume entre platos y horarios de oficina, la vida se siente viva mientras más vivo mi fantasía y me cruzo de un planeta a otro riéndome de las limitaciones de los hechos.

¿Puedo vivir mis amores imposibles, al otro lado del mar, de la puerta para afuera?
¿Puedo convivir con mi cama vacía y con la tuya compartida?
No lo decido,
no busco respuestas mientras me río.

Siempre que tu boca me suelte aquellas palabras que quiero oír,
aunque me duerma en otras sábanas, en otras camas.

En la cuerda que me toca caminar, en esta loca carrera por ver quién es más normal, me animo a saltar, a bancarme el golpe que después vendrá, a vivir al menos esto, con los pies en punta, caminando en silencio por las esquinas, mirando de reojo un mundo que no se anima… que no se mima.

Mientras yo suelto la mano y salto con los ojos cerrados
esperando que un viento me eleve y me lleve hacia los costados.

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