miércoles

.29

Impresiones surrealistas en este silencio. Vos tenes edad para dejar de aprender, dijo. Yo no pude contestar, le di un abrazo y lo deje morir en paz.

Salió de su tumba al verme pasar. No tuvo que decir nada, me senté con él hasta que empezó a hablar. Hay sol dijo, y yo me eche a reír.

Le pregunté cuanto tiempo hacia que habia muerto. Acaso importa ya? El tiempo es una ilusión de los vivos... después un silencio y ntonces me pregunta: qué hora es?

Hace un año exacto vi un niño sentado en frente de la tumba de su madre. Le pregunté si había venido solo y con una mano me señalo su propia tumba...

Me preguntó porque su madre no venia a visitarlo. Le sacudí los pelos duros de la cabeza queriendo ser amistoso y le dije que tal vez su madre, estaba durmiendo o había salido a pasear. Me miro a los ojos y me dijo: Hace cinco años que la espero, no me quiero ir sin verla de nuevo.

Esa noche cené en familia.

martes

28. (niño)


El dibujo en la alfombra, esas horas largas de mirarlo con los ojos abiertos, esperando que el recorrido de mis ojos cambie intempestivamente, que la forma se transforme y el reloj marque las cuatro y pueda salir a jugar con Marcos que debe estar sentado en la vereda, esperando que saque la pelota. Ya no llueve y por más que no sepa que decir, la señora verde me mira la boca expectante. Con cada suspiro mio, su cuerpo se adelanta a la espera de escuchar por fin una oración, sujeto y predicado, aunque más no sea una interjección, un eructo. Nada, no tengo la más mínima intención de hablar de nada. Pienso en la pelota, que debe estar debajo de la cama, sentada ahi esperando como Marcos en la vereda, esperando que aparezca yo, y sin decir una palabra nos pongamos a patear, a darnos pases, a hacer goles que ganan un mundial. Pienso en mi papá que jugo de cinco en Mandiyú y se murió joven y tampoco decía mucho a pesar que la señora verde le preguntaba muchas cosas de su  hijo, de mi, el nene que no sabe hablar.
Pero bien que sé, sé decir muchas cosas incluso aprendí a recitar con mi mamá: Cuando era muy chiquito ella recitaba versos que bien no me los acuerdo, pero para que recordar. Mejor espero a que el reloj me abra la puerta, a que llegué la hora de salir a jugar, de ganar un mundial.