No discuto con la modernidad, ni con tus valoraciones. Es solo que mi cuerpo se siente liviano entre la masa de aire. Como un viaje a medio camino... sin mapas ni señales.
Sé bien como llegue aquí. Recuerdo con precisión cada paso que dí. Sentado con una ensalada en una esquina del microcentro, ojeo un diario viejo. Atraviesa mi garganta el agua que mi pueblo vende.
Miro el cielo. Me sorprende el azul y pienso en el silencio allá arriba. Tan distinto debe ser...
Me distrae el motor de un colectivo que grita en mi oído.
Hoy voy a trabajar un par de horas. Divirtiéndome al mirar la pantalla y discutir sobre colores y tablas, nada fuera de lo cotidiano. Salvo que tal vez ella venga a buscarme e inventemos algo para alcanzar ese azul del cielo por un instante.
Hay cosas que parecen buenas, por cómodas o por lindas. Como esta silla de escritorio tan de otro tiempo pero que al fin y al cabo esta matando mi espalda, que a su vez me esta matando.
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