No pasan las horas para mi cuerpo. Todo el aire que respira es un echo consumado. Un rabiar de garganta de lata. Cada paso que doy me resulta descriptivo. En cuanto a que acontecen como una larga ausencia... He sido el hijo de un mar precipitado, caminante de oscuros suelos marinos. Y todo lo que queda es este cuerpo mojado, que no retrata bien. Desconozco las causas del malhumor generalizado, soy un arbol de poca copa: azul de frio en un invierno pasado. Y cuando digo gracias me sale atravesado,entreverado, como un paisano enojado, me sale un gracias de eco viejo y todo lo que recibo a cambio es una mirada comprensiva que sabe de viejos cansados a temprana edad.
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